Se trata de una de las especies más preciosas de nuestro planeta. Su pelaje, blanco marfil, y su mirada penetrante, hacen de este animal uno de los pocos considerados como dioses. Durante muchos años las tribus africanas creyeron en su existencia, alegando poderes sobrenaturales sobre ellos y asegurando que provienen de las estrellas por eso ha sido muy difícil creer en su existencia.
En 1970 fue reconocida la existencia de esta especie,
y gracias a este retraso en el reconocimiento de la especie se consiguió que
pudieran vivir en paz durante más tiempo.
Actualmente está en peligro de extinción por
lo que solo quedan alrededor de 300 ejemplares, todos en cautiverio dejando sin
rey el santuario a donde bajaron del cielo: Timbavati.
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